De Antonio Serrano cuentan que es uno de los virtuosos de esa armónica, que entre sus manos, adquiere la categoría de obra de arte, aunque sean unas simples Hohner, Lee Oskar, Suzuki o Seydel. Con ella nos lleva a los terrenos de géneros tan dispares o remotos como el jazz, el flamenco, la música pop o la clásica.
Como comentaba José Luis Gutiérrez, esa armónica es recordada por haber compartido escenario durante muchos años con el gran Paco de Lucia, pero otros muchos pueden presumir de ella; Carles Benavent, Vicente Amigo, Lou Bennet, Barbara Hendricks o Toots Thielemans, la gran leyenda de la historia de la armónica, entre otros muchos, pueden presumir de ello. En su faceta de músico de sesión ha grabado en más de 150 discos con la mayoría de artistas del Pop Rock Español, Pedro Guerra, Joaquín Sabina, Ana Belén, Víctor Manuel, son algunos de ellos, y su armónica se puede buscar en algunas bandas sonoras como «Carne Trémula» (1997) de Pedro Almodóvar. Su discografía como líder cuenta con unos ocho discos editados, empezando por un primer «Antonio Serrano and His Romantic Harmonica» editado en 1991,siendo dos de ellos muy especiales; los homenajes a Astor Piazzolla; «Armonitango – Homenaje A Astor Piazzolla» (2007) y a su admirado Toots Thielemans ‘Tootsology’ (2020). Cuenta con un par de premios, el Masters of Mediterranean Music en Jazz Flamenco por su aportación revolucionaria a este estilo, otorgado en 2014 por el Berklee Mediterranean Music Institute, así como recientemente ha recibido el Grammy Latino, por parte de la Latin Academy Of Recording Arts&Sciences, en reconocimiento por su participación como artista en la grabación del disco «Entre 20 Aguas: A la Música de Paco de Lucia»(2015).
En esta clausura de la 18º Edición del ValladolidJazz estuvo acompañado por unos elegantes y sobrios Francisco Manuel Loque al contrabajo y Daniel García a la batería; junto a una promesa o ya realidad, al que el músico madrileño con ascendencias uruguayas, apadrino y mimo desde el momento que asomaron las cabezas por el lateral de ese sobrio escenario que preside la Sala Concha Velasco; José Luis Kaele, al piano; viejo conocido de este blog (y en especial su manager de esa época, ¡Ay, los manager!, que ya lo cantaba Loquillo); que dejó asombrado al público que abarrotaba, como ha sido la tónica de los cuatro días, la sala, con sus intensos «duelos» con el maestro Serrano.
Si un crítico que en esta ciudad que levanta unas cuantas polémicas, yo le he visto levantarse en este mismo festival a los cinco minutos e irse a ver un partido de la selección o del Madrid, concluye su relato con unas alabanzas como «un maestro que entiende la melodía, y la armonía con el ritmo que se le antoje y es capaz de sacar de su armónica infinitas variaciones y de fundirse con todas las músicas del mundo», en referencia al madrileño; deja bien a las claras que gusto, enamoró y nos trasladó a un paraíso virtual junto a Ana de Armas que está espectacular, por lo menos a lo largo de las dos horas de concierto.
Junto a temas propios y algunas anécdotas, intercaló diferentes versiones, como ese «What a Wonderful World» que incluye guiño final, con colaboración de todo el público y muy en especial de una voluntaria, a la voz del enorme Louis Armstrong; para concluir con otro homenaje con el añadido final del «No nos moverán», ese clasicazo de Joan Báez, que por lo menos para mí, transmitió un mensaje, bastante significativo en estos tiempos oscuros, tiempos en blanco y negro que vivimos en la actualidad.
«Unidos en la lucha, no nos moverán/Como un árbol firme junto al río/No nos moverán»