Con algo de retraso Jairo Zabala, DePedro nos invito a subirnos a su nave e iniciar un largo viaje en donde él, como piloto, y nosotros como pasajeros, realizamos un trayecto al positivismo, a la alegría y a la felicidad….porque todo eso y bastantes más cosas es lo que se respira en la música de este artista del madrileño barrio de Aluche. En sus inicios hacia punk, siendo estudiante en el Instituto Blas de Otero, en la facultad conocio a Javier Vacas y a un tal Lucas al que le gustaban los Led Zeppelin, monto grupos paralelos para sobrevivir; una banda tributo a los Zeppelin, Zolo Zeppelin, y la formación por la que más se le conoce, Vacazul, sin olvidarnos de su paso por televisión como músico de sesión en «El Club de la Comedia» e integrante de la banda de Amparanoia…. pasa el tiempo y llegamos a DePedro donde se encuentran mezclados diferentes sonidos del mundo, incluyendo la música mexicana, la rumba, el son, la música africana, el reggae , el blues o la salsa. «El Pasajero» es su cuarto disco de estudio, un disco donde según cuenta «su universo, alcanzan aquí una unidad, una coherencia y sobre todo una profundidad, una belleza, absolutamente emocionantes y transformadoras», un trabajo en donde los temas están grabados en analógico, sin posibilidad de rectificar, de retocar, con el objetivo de encontrar la emoción, el instante, la honestidad.
Con una tripulación exquisita, Héctor Rojo en el bajo; Javi ‘Skunk’, batería; Enrique Fuentes, guitarra y David Carrasco, saxo barítono, teclados, vibráfono, percusiones, DePedro nos invito a subirnos a su nave, «¿Os venís de viaje?», non dijo al aparecer sobre el escenario…y a partir de ese momento con su sonrisa y su buen hacer se metió al publico en el bolsillo; un público que casi llenaba la Sala Blanca del Lava, que canto cada tema, que bailo cada tema, que coreo cada tema, al principio algo tímidamente, pero pasada dos o tres canciones el público se desato y DePedro se los metió en el bolsillo y disfruto con ellos y con esos dos pequeños seguidores, los ‘comanches’, situados en primera fila a los que dedico el concierto.
Positivismo, alegría y buenas vibraciones es lo que se desprende de su música y eso es lo que al final del viaje que nos propuso nos llevamos en la maleta cuando descendimos de la nave, de un músico al que descubri hace un tiempo en un Sonorama y que sigue fiel a su idea de que «siempre hay un concierto en el horizonte al cual hay que ir, es una responsabilidad…».