La nueva normalidad ya esta aquí, o eso dicen, y se intenta volver a unos tiempos pasados, aunque entre mascarillas, geles y distancia de seguridad parece una tarea “arto difícil”, y más en un terreno como el de la cultura y los espectáculos que se han convertido, en cierta medida, en un novio/a a los que no hace falta hacer mucho caso. Dos iniciativas destacan en esta ciudad, “A cielo abierto” un ciclo con artistas locales en el marco incomparable del patio del Museo Herreriano (presidido, todo sea dicho por la escultura del campechano y su consorte) y este ciclo, Viva La Vida, que repite una serie de artistas con pequeñas variaciones en Valladolid, Aranda y la ciudad de Burgos.
Ya parto de la no existencia de un ser superior, pero esta claro que si existe, al margen de ser claramente de derechas no es muy amante del tema cultural…si acaso quedaría reducido al arte eclesiástico con sus retablos y pinturas, porque la tarde de este domingo no barruntaba nada claro unas horas antes y es que las nubes de tormenta amenazaban con fastidiar, un poco más, y aliarse con ese virus que a destrozado muchas vidas e ilusiones.
Al final sea por casualidad, pena o que no era plan fastidiar a los presentes (no especialmente numerosos) que se concentraron en un ordenado patio de la Feria de Valladolid ( la antigua Feria de Muestras), con sus sillas, sus controles de acceso, y sus normas sanitarias, la tarde-noche enmarcada por un majestuoso arco iris dio paso a la música del artista madrileño, dominicano/español.
Puntual…una de esas cosas que parece ser hemos sacado como buenas de todo este jaleo, apareció sobre el escenario un gitano del barrio de Gracia, con residencia en Mataró, y que responde como Jaime Calabuch ‘Jumitus’ al piano y que alargo una introducción hasta que el músico madrileño Diego Ramón Jiménez Salazar, Diego El Cigala, apareció sobre el escenario, uno de esos escenarios que nos remiten a ese tiempo en que todos éramos ricos y guapos, para empezar una actuación intima y placida….entre agradecimientos a los presentes y gracias a Dios por la salud y cuidarnos; aunque esto último, me da, que si fuese el caso, quien sea o nos quiere muy poco o se ha puesto muy de perfil en estos momentos.
De el artista antaño flamenco cuentan que se ha convertido en una estrella mediática a la que se le perdona casi todo…con un cambio radical a raíz de su colaboración con el desaparecido Bebo Valdés hace 17 años con su trabajo “Lágrimas negras” (Calle 54 Records, 2003), ese maridaje entre la música cubana y el sentir flamenco y que le llevo a un cierto estrellato. Después de 11 trabajos de estudio incluido el reciente “Cigala canta a México”(2020), un par de álbumes en directo y varias colaboraciones, junto a una buena colección de premios y menciones, Grammy, Premios de la Música, Premios Ondas, Premios Amigos, Discos de Platino y un largo etc….Diego ha escogido una ruta que para los más puristas le alejan de esa época más pura y donde buena parte de culpa la tiene, ya hace 17 años, el desaparecido Bebo Valdés con quien construyo esa milagrosa conjunción de música cubana y sentimiento flamenco que arrasó y cambió su vida, quizá, para siempre. Elegante, aunque esos carraspeos iniciales estaban de más, conserva, pasado los años, parte del temple que le distinguió como un cantaor de tomo y lomo hace casi dos décadas; aunque puede que en este presente convertido en una estrella mediática, con ventas millonarias (algo no muy común en un músico de su ramo) o sus apariciones en programas televisivos, le distancien del artista que en épocas pasadas demostró un talento indiscutible, que por momentos, todavía se dislumbra en su interior.
Diego El Cigala, voz y percusiones junto a Jaime Calabuch ‘Jumitus’ al piano; participo en el ciclo Viva la Vida Valladolid el pasado día 12 de Julio de 2020 en el patio de la Feria de Valladolid.