El Reducto Sónico celebra un año más llegadas estas fechas su «inconmensurable» Guateque Sónico, una cita que año tras año se ha convertido en una tradición de la navidades en Valladolid, algo equivalente al turrón, el mazapán, a los buenos deseos o al discurso del hijo del «campechano». Como suele ser norma tres bandas fueron las seleccionadas, todas dentro del exquisito gusto que estos chicos tienen para la programación de sus conciertos, conciertos que vienen a ser un bálsamo en la abultada cartelera de los últimos tiempos, tanto en calidad como en diversificación de estilos.
Los primeros en romper en hielo de la noche fueron los vigueses Los Pontiaks. Combo con una estética e imagen rompedora, mascaras de calavera y cascos Prusianos de la 1er. Guerra Mundial, su música se mueve entre el Rock´and´Roll instrumental y la música Surf, esta integrado por unos tipos según dicen«amantes del mundo de los hot rods, de cualquier cacharro con motor y ruedas, de las chicas con poca ropa y los licores de alta graduación, aunque no siempre en ese preciso orden», que responden al nombre de Billy King, músico vigués de reputada trayectoria, integrante de Killer Barbies y de Los Cafres a la batería; Andre-Loud Rider, guitarra y Mr. Cobra al contrabajo. Cuentan con un par de trabajos «Psycho-Sonic-Boogie» (2015) y «Hooba Dooba!!!» (2016), el primero de los cuales fue grabado en estudio pero tocando todos los músicos a la vez, según cuentan «registrando solo dos o tres tomas por tema».
Tienen un lema «tratar de pasarlo bien tocando, sin más pretensiones», y eso lo pudimos comprobar, más que bien, el pasado día 27 de Diciembre de 2017 en la Sala Black Pearls de Valladolid.
Temas breves, con una duración corta, «Gorilas», «Sin combustible», «Chicas pendejas» que se intercalan con clásicos de la música surf como ese «Tequila»(1963) de The Ventures, y en la que podemos escuchar esos reflujos rítmicos ondulantes sobre los que las guitarras reverberadas con trémolo cabalgan encima con la melodía, al estilo de Dick Dale and The Del-Tones, que buscaban evocar las olas y las carreras de coches trucados que eran prototipo de subcultura adolescente que surgió inicialmente, a finales de la década de 1950, en California y Hawái, y que en este caso nos hicieron volar sobre unas imaginarias olas en el cercano Pisuerga.
Un trio que a pesar de esas mascaras no oculta nada, su música es honesta y sincera…y se convirtió en lo mejor den una noche intensa llena de sonidos salvajes y húmedos.
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