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Dicen que lo suyo es “una aventura arqueológica que supone escarbar en la memoria y en las entrañas del público, a veces ya con muchos estratos de gangas y mandangas acumulados”.

La veterana formación escondida en el interior del Campo Charro salmantino, a la altura de Aldeatejada, defiende estas músicas tradicionales desde hace 40 años, ayudándose con azadas, calderos, botellas de vino y mesas de cocina. Eusebio Martín, junto a su mujer Pilar Pérez y sus dos hijos, Laura y Arturo, recopilan las canciones tradicionales de su Salamanca rural y semi-abandonada para llevarlas luego por los escenarios de todo el país. Cuentan con el Premio Nacional de Folclore Martínez Torner de 2018, y tienen como meta concienciar al público sobre la importancia del mundo rural y la situación actual de los que se quedan; comentan en una entrevista que «es una gran responsabilidad hacer esto sin traicionar la esencia de quien nos lo contó para que, tanto al de la cresta amarilla como al del pendiente en la nariz, lo atrape. Tratamos de que el escenario siga siendo la cocina, la era y la fragua. Ese es nuestro oficio».

Y por lo visto, según comentaron a lo largo de la actuación no pierden la esperanza, cuentan que «hay chicos de 17 años que nos preguntan por qué nadie les ha enseñado esas historias y padres que nos dicen que qué le hemos contado a su chaval para que ahora quiera ir al pueblo a ver a su abuelo». Es posible que gracias a formaciones como ellos su recuerdo se mantenga, pero no es menos cierto que si queremos que tenga algo más de repercusión igual es necesario un pequeño lavado de cara…algo que la aporte más luz y calor y que la saque de la senda gris de años pasados.

 «Nos hemos acojonado y hemos minusvalorado nuestra cultura»; otra afirmación, muy cierta, que dejaron caer…de hecho en este mismo pueblos  y en otros muchos castellanos, en fiestas, celebran un día dedicado a diferentes celebraciones flamencas, algo que esta bastante alejado de nuestra cultura….igual la respuesta esta en esos 40 años pasados donde Castilla era España y no necesitábamos nada más, quien sabe.

Bueno, no se, aunque supongo que mal que bien, la música tradicional sobrevivirá, pero en el peor de los casos siempre nos quedara Ana de Armas, que ¡sí! está espectacular.