Cuentan que «Si el Purple Weekend fuese una canción, sin duda sería una de Octubre»….y no lo negaremos, los de Caravaca de la Cruz simplemente son una delicia.
Más de un cuarto de siglo de actividad para una formación que su mueve por los terrenos del power-pop, de las melodías sugerentes, y de suaves o de enérgicas guitarras según sea menester. A lo largo de estos años han dejado una cosecha de melodías luminosas que se resumen en cuatro Lp: «Mi última y mejor oportunidad» (2001), «Cuando todo parecía perdido» (2006), «Todo se lo lleva el viento» (2010) y «Mouseland» (2015); junto a un par de Ep, «Todo pasa y no volverá» (2002) y el más reciente «Epílogo» (2021). La formación caravaqueña la integran José Esteban a la voz y guitarra; Dele al bajo y coros; Leandro a la guitarra, teclado y coros; Paco Danone, guitarra: José Ciudad a la batería; a los que se suman una sección de vientos deliciosa; Jerónimo al trombón; Marcos al saxofón y José a la trompeta. José Esteban es además responsable del Festival Caravaca Power Pop, un referente en este estilo musical, donde es valorado por un público fiel, y es que como indica en una entrevista, «lo chulo del power pop es que la gente es muy melómana y, además, valora que haya grupos que cultiven este género o que, por lo menos, estén cercanos. Además, este público es el que mejor se lo pasa en los conciertos: no necesitan pose ni vestir de ninguna manera, solo saltar y gritar con el puño en alto».
Si a la no estética del power-pop le añadimos un traje de corte clásico y unos zapatos brogues, o un polo de punto, unos Levi’s ceñidos y unos desert boots, a los que se tiene que sumar una parka fishtail; todo ello asociado a una forma de vida que apela a la sofisticación, el buen gusto, a un estilo que se mantiene en el tiempo, tenemos otra variante que se da cita en otro Festival, donde también la gente se suma a eso de pasárselo bien, memorable, que ya suma 33 Ediciones, que se dice pronto, y donde uno de sus impulsores, Alex Cooper, nos habla de esas décadas púrpuras iniciales, llenas de recuerdos y felicidad, que todos los primeros de Diciembre se dan cita en León donde la tiñen de de música, moda sixtie, Vespas y Lambrettas, pero tambien de exposiciones de fotografía, presentaciones de libros o de documentales, y que sean por muchos años más.
«LAS DÉCADAS PÚRPURA».
«Éramos muy pocos. Pero unidos como ladrones. Y teníamos la mejor ciudad del mundo para montar una concentración mod. Vaya lista de locales molones: Oasis, el Toisón, La Mandrágora, La Tropicana, el Berlín, el pub La Radio… A Los Flechazos ya nos pinchaban en Radio 3, salíamos en la tele, nos conocían en toda España. Y nuestro fanzine, “Pussycat”, era una de las publicaciones más populares en nuestro pequeño mundo subterráneo. Sólo nos faltaba “el evento”, el rally que colocara la chincheta de nuestra ciudad en el mapa del calendario anual. Nos inventamos el “Purple Weekend”, jaleados por toda la pandilla que había surgido a nuestro alrededor. Púrpura como los Purple Hearts, uno de nuestros grupos favoritos. Púrpura como la bandera de León.
En la primera edición tocaron Los Reactores, de Avilés. En el Toisón, mientras los mods de La Palomera se pintaban grafittis en la piel con un rotulador que brillaba bajo las luces de la pista de baile. También actuaron los Scooters de San Sebastián, y Javi Sun se compró el periódico para enseñarlo en Eguía, porque sus amigos no se iban a creer que habían viajado hasta León para tocar con Los Flechazos en el Oasis. Héctor se encargó de montar una pantalla en el Layla y proyectamos “Principiantes” e “Easy Rider”. Vinieron tres mods de Madrid en scooter y Gonzalo le compró a uno de ellos una americana de Carnaby preciosa, de rayas, que luego vistió con orgullo en el vídeo clip de “Viviendo en la Era Pop”. Chicos venidos de Vitoria, Zaragoza, Coruña, Gijón y Oviedo… hasta apareció por aquí una modette de Barcelona. Primer intento. Exitazo.
Imposible, nos convertimos en un centro de acogida, una ONG para mods desorientados por Ordoño II. Silvia no era mod, pero lo vivía más que nadie. Me contaba cómo se emocionaban sus padres, asomados en la ventana, viendo pasar la caravana de scooters, camino de Matallana, llenando el aire de olor a aceite y a motor de dos tiempos. Y yo me emocionaba de que se emocionasen. Porque toda la ciudad se volcaba. Los periódicos. Y los programas de radio, los bares, los del Ayuntamiento, las salas de conciertos…
Éramos tozudos, imparables. El primer año no nos dejaron entrar en la cabina de La Mandrágora, tuvimos que llevar los discos ordenados y una lista de las canciones que tenían que sonar, para que las pinchara el dj de la discoteca. Qué sitio, cómo atronaban los Foundations, a todo trapo. Y los mods madrileños bajando las escaleras, directos a la pista, bailando entre risas. Y qué frío pasaban siempre los andaluces. Y las chicas de León, Rosa, Chus, Gloria, las más guapas de toda la escena sixties, presentando a las bandas que iban a actuar: Kamenbert, Los Buenos, Los Malvados, Doctor Explosion… conciertazos, alineación ofensiva, haciendo historia.
Los primeros Purple Weekend son inolvidables porque tienen el encanto de la aventura de los pioneros, pero el Festival puede presumir de millones de instantes preciosos que brillan en la memoria de miles de visitantes a los que su paso por León les ha marcado para siempre. Y eso es mérito de todos los que en algún momento han tenido la responsabilidad, enorme, de sacar adelante este jaleo que no ha dejado de darnos alegrías durante treinta y tres años. Y eso es lo mejor del Purple, que lo que era de unos pocos se ha convertido en el festival de muchos, yo diría que de casi todos, sin perder su identidad por el camino. Que sea por muchos años».