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La banda británica anda festejando sus 35 años de carrera, que gracias a la pandemia suman uno más, así que 36 años, se dice pronto, es lo que celebran, en una gira de esas a la vieja usanza, de «non-stop», siete días, siete conciertos en la Península; Madrid, Burgos, Zaragoza, Bilbao, Valladolid, Ciudad Real y Valencia, han sido los escenarios elegidos. El eterno Peter Coyne a la voz y unos renovados Padrinos, que aportan frescura y excitación a sus viejos temas, los guitarristas Richie Simpson y Wayne Vermaak, el baterista Billy Duncanson y el bajista Jon Priestley, dieron una lección, una MasterClass, de como debe sonar una banda de Rock and Roll.

Actitud, más actitud y mucho carisma sobre un escenario de una Sala Porta Caeli que brillo como en los tiempos pasados, para acabar plegándose ante una formación con un montón de canciones que funcionan como un himno para sus seguidores, aunque el éxito no les haya mirado a la cara como, igual, se merecían, aunque, pensándolo mejor, pocas bandas, pasados tantos años tienen el poder de convocatoria de los británicos, así que puede que ¡sí! han rozado, en cierta medida, el éxito.

En una reciente entrevista afirman que su secreto para permanecer tantos años encima de un escenario es «el amor por la música, el rock & roll… querer dar lo mejor de ti y disfrutar cada segundo, cada minuto, cada momento», no parece una formula muy complicada, pero sin duda, no todos son capaces de descifrarla. A mediados de los 80 eran una rara avis en medio del escenario londinense donde imperaba la «electo-music» el pop electrónico, bandas donde la garra y el nervio no eran sus máximas cualidades….el rock and roll más vivo se gestaba en Estados Unidos y eso puede que fuese una de las razones por las que funcionaron mejor en ese mercado que en su propia casa.