Lo de la Aldea de San Miguel, ese pequeño pueblo, de poco más de 218 habitantes en el censo del año 2024, rodeado de llanuras de cereales y pinares es para estudiar en las escuelas. Ajeno a las tradiciones típicas de los pueblos castellanos donde la mal llamada cultura del toro es la moda imperante e imprescindible, centra todas sus energías en difundir la cultura en todas sus verdaderas formas.
Una de ellas, la musical cuenta con una variada representación; un festival consagrado, el AldeaRock, conciertos en una sala excepcional, La Vaticana, envidia de muchos locales con muchas más ínfulas, o un festival de folk que, ya por su segunda edición, da visibilidad, a músicas con menos posibilidades de difusión pero que son muy interesantes.
Este año Carlos Soto, el antiguo co-fundador y flautista de Celtas Cortos, hacedor de diferentes proyectos como ese Alquimista Loco, nos ha presentado su último trabajo, ese «Barrio Mudéjar» (2025), el tercer ramal de un río o de un proyecto, Castijazz, que ya vio nacer a esos dos ramales, a esos «Castijazz» (2011), con el que recibió el Premio Europeo de Nueva Creación de Folklore «Agapito Marazuela» y «Tierra de Nadie» (2019) como sus predecesores; y que pretende ser un encuentro entre culturas a partir de los elementos moriscos y sefardíes de nuestra rica tradición.
Carlos Soto, flauta, ney y voz; acompañado de Isabel Arranz a las voces; Jesús Enrique Cuadrado «Chuchi», a la guitarra; Miguel Abad Frutos, rabel y Jorge Blázquez a las percusiones; a los pies del ábside de la maravillosa Iglesia San Miguel Arcángel, un pequeño edificio de una sola nave de estilo románico-mudéjar, nos desgranó parte de ese trabajo, de ese «Barrio Mudéjar» que cuenta es «un símbolo, un lugar de encuentro y entendimiento entre diferentes culturas partiendo de la asimilación de elementos moriscos, de nuestra tradición cultural o de la cultura sefardí», y es que como explicó, «los Mudéjares eran los árabes a los que se permitía vivir en tierras cristianas, pero estos moriscos no eran otros que descendientes de hispano-visigodos o hispano-romanos que habían asimilado esa cultura a lo largo de los siglos».
Entre las diferentes canciones un recuerdo para la gente que ha combatido los incendios que han asolado este verano la Península y en especial a esta, en ocasiones «cainita» comunidad; y para esa Palestina Libre que a algunos se les indigestó, y es que entre los presentes eso de Gaza, lo de los muertos, lo de los números, pues que los colocan entre comillas…muchas comillas, como recuerdo en una reciente conversación con algunos de los presentes.
Cuenta Fernando Neira que para disfrutar del último trabajo del músico residente en el pequeño pueblo de San Miguel del Arroyo (Valladolid) donde tiene instalado su estudio de grabación, «El Círculo Mágico», pero que se puede ampliar, seguro, a toda su música, es necesario tener, «solo una buena predisposición, una apertura de mente que ha de filtrarse hacia los propios pabellones auditivos»…una música que pretende unir, y que puede ser la perfecta excusa para plantear ese encuentro, entre diferentes culturas; algo en este 2025 que se ve complicado, si miramos a algunos políticos referentes de esa tierra de cañas y libertad que es Madrid y que solo se puede corregir sobre todo si la gente, el pueblo, se empieza a movilizar.
Carlos Soto presentó su «Barrio Mudéjar», dentro de las II Veladas del Mudéjar, en el entorno Iglesia San Miguel Arcángel, de la pequeña pero siempre activa Aldea De San Miguel, el pasado 21 de Agosto de 2025.