Según la RAE un nido es «una especie de lecho que forman las aves con hierbas, pajas, plumas u otros materiales blandos, para poner sus huevos y criar los pollos. Unas utilizan con tal fin los agujeros de las peñas, ribazos, troncos o edificios; otras lo construyen de ramas, o de barro, o de sustancias gelatinosas, dándole forma cóncava, y lo suspenden de los árboles o lo asientan en ellos, en las rocas o en las paredes, y algunas prefieren el suelo sin otro abrigo que la hierba y la tierra»…pues el polluelo que ocupa ese lecho, casualmente compartiendo nombre, y que ya contempló un par de frutos del amor, de la pasión, del deseo, o de lo que se tercie; “Huella y camino” (2020) y «Refugios a cielo abierto» (2022), tiene un nuevo inquilino; “La Constancia” (2025), donde siguen aportando un soplo de aire fresco con una de las propuestas más genuinas de esa revisionista ola actual del folk español.
La formación a caballo entre Burgos, Salamanca y un poquito de Valladolid, sigue con este trabajo caminando, como cuenta la gente que entiende de estas cosas, «con soltura y distinción, entre tradición, músicas de raíces y folklore», ampliando su formación con la incorporación de Peio Lekumberri, al bajo y percusiones; junto al vallisoletano Nacho Prada a la mandolina, guitarra, percusiones y voz; el burgalés Álvaro Herreros, encargándose del violín y voz; el también burgalés, Rodrigo Cachorro Antón a la guitarra y Eneko Lekumberri a la batería y percusiones.
Con la “La Constancia” (2025), querían conseguir un «disco para gozarlo en directo sin dejar de lado lo emotivo”…y después de ver su presentación en la Sala Concha Velasco del Lava de Valladolid, no podemos negar que no lo hayan conseguido; con una sala llena, con el público de pie bailando, cantando y disfrutando cada uno de los temas nuevos, pero que ya eran conocidos al dedillo por la mayoría de los presentes, recuperaron los añejos sones del folk castellano, a los que el antiguo cuarteto, ampliado a quinteto, aporta luz y colorido, en esa cruzada para acercarlo a un público más joven y darle esa visibilidad, que por norma nunca a tenido, por lo menos a nivel más generalista y comercial, salvo casos muy puntuales.
Defendiendo ese sentir castellano, si es que algo de eso tenemos, que barrunto es más bien poco (en la mayoría de la población, si nos atenemos a las tendencias en las votaciones), si acaso Castilla, está rancia y triste tierra, es más refugio y baluarte de esa idea idealizada de las españas, con permiso de la señora IDA y su sombra MAR (los verdaderos defensores del sentir patrio), con este nuevo trabajo intentan demostrar que la música tradicional no es solo nostalgia y un arte parado en el tiempo y encerrado en los museos; sino un género musical que puede llenar las listas de éxito y los grandes escenarios, aunque, supongo que a los más puristas les salga alguna que otra rozadura mental.
Cuentan en ese tema que versionan del grupo abulense Orégano que compuso en 1977 y donde reivindican la identidad castellana, «No somos un pueblo que oprime, sólo oprimen los tiranos, y los tiranos son pocos, son muchos los hermanos, de otras tierras que luchan, de otros países de al lado»…un tema aplicable a muchas regiones de esta península y que interpretan sin reparo y haciendo gala de su origen…solo recordar que en 2025, en esta comunidad, la cultura está en mano de un partido que no ve más allá del mundo taurino y que matar lobos está justificado.
En una presentación de este nivel, de una formación que aspira a «ser reconocibles: por la música, por el discurso», no podían faltar colaboraciones, al margen de las pastas de Portillo; la turiasonense Ariadna Rubio, miembro del dúo musical de TéCanela; junto al grupo de música tradicional La Garrota; Cristina Len, otra que son su disco “TMLM” (2024) galopa entre la electrónica y los sonidos folk; y las Alumnas de Contemporáneo de la Escuela Fresas con Nata, se sumaron a esta presentación y convirtieron esta seria Sala Concha Velasco en una plaza de pueblo en medio de sus fiestas patronales.
Una formación que conjuga ternura, emoción, empatía, y originalidad en la estructura y simbiosis con ciertos ritmos tradicionales, a los que con valentía los reinterpretan sin pudor y que, con el recuerdo que conservo de ellos en su anterior presentación, en esta ocasión se acercan más, sutilmente, a matices de una electrónica, o de una modernidad, que impregna el ambiente.
En este tiempo han alcanzado una madurez artística, ampliando horizontes sin olvidar las raíces, sutiles, que les iniciaron…tengo la idea que la industria no les miro mal en sus inicios y la intención que flotaba de unos nuevos Hevia en el ambiente puede que esté algo más encaminada…
El Nido, presentó su nuevo trabajo «La Constancia», en una abarrotada Sala Concha Velasco del Lava de Valladolid, el pasado 4 de Abril de 2025.