Dicen que la formación a caballo entre Burgos, Salamanca y un poquito de Valladolid nació cuando Álvaro, Nacho, Eneko y Cachorro se conocieron en el ámbito de la Universidad de Salamanca. Después de su primer trabajo “Huella y camino” (2020), llega el turno de ese «Refugios a cielo abierto» (2022) del que dicen «que lo tiene todo, absolutamente todo para figurar entre las cosas más hermosas, e inesperadas, que le han sucedido a las músicas de raíz, y a la música popular sin más apellidos, a lo largo de esta temporada».
Presentación por todo lo alto en una Sala Miguel Delibes del Teatro Calderón que con un sonido excelente y una expectación acorde a ese momento acogió la puesta de largo de un trabajo prolongación, de ese primero, fraguado a fuego lento durante dos años largos, que seguro les va a dar muchas satisfacciones.
Sobre el escenario, sobrio, pero donde se podía ver y respirar los sueños y los deseos que este disco, a buen seguro, les llena a sus creadores, el burgalés Álvaro Herreros, encargándose del violín y voz; el navarro Eneko Lekumberri a la batería, y percusiones; el vallisoletano Nacho Prada a la mandolina, pandero cuadrado de Peñaparda y voz junto al también burgalés Rodrigo Cachorro Antón a la guitarra, se arroparon con Daniel Varona al bajo y la colaboración de un par de amigos a los que invitaron; Luis Delgado que comentaba, «tendría que estar loco para no hacerlo, porque son unos músicazos estupendos» y que, es evidente, que no esta loco porque se subió al escenario y la maravillosa Roció Torio.
Una formación que conjuga ternura, emoción, empatía, y originalidad en la estructura y simbiosis con ciertos ritmos tradicionales, especialmente los compases quebrados, como comentan los que de verdad entienden de esto de la música y que a mi, alejado bastante de este universo Folk me recordaba cuando en un pasado concierto de los charos pero sombríos Mayalde, Eusebio Martín se preguntaba como era posible que la juventud se centrara en Quevedo o Bizarrap y el Folk, la música tradicional no entrara en las aulas, igual si el colorido y la luminosidad de esta gente, de su música, se visibilizara más, alejada de los tópicos y del mundo folk empezaríamos a inclinar la balanza a nuestro favor.
Después de su paso por ese WiZink Center, que en este 2023 se esta convirtiendo en la Meca (y no solo porque este en ese Madrid, Tierra de las Libertades) de toda formación que se precie, teloneando a los también burgaleses La M.O.D.A, tienen claro y muy asumido que «podemos tocar ante miles de personas y tocar igual para cinco o veinte con la máxima dedicación», posiblemente fruto de esa filosofía de que «todo el mundo intenta encontrar seguridad en cosas difíciles como conseguir dinero, fama o casas grandes» mientras que ellos estan «tan tranquilos con nada», igual eso es parte del secreto del éxito, o por lo menos, de la felicidad.
En algunas crónicas se preguntan «¿Folk-rock con más guitarras acústicas que eléctricas?, ¿Canción de autor con mucho violín?, ¿Pop rural?»; muchas preguntas para gente castellana, para gente de una tierra ruda y dura, para gentes que pueden tener fama de ser hoscos y secos, a universos del gracejo y la simpatía (o la falsedad) de la gente del sur; pero que como ya dije una vez, también suelen ser un pueblo callado y «sumiso»…nunca, o en contadas ocasiones se levanta, y suele acatar los dictados de sus dirigentes sin levantar la voz; muchas preguntas y yo solo puedo dar una respuesta…me gustan y ya; por lo pronto en este 2023 que arranca me puedo refugiar en su música.
El Nido presento su «Refugios a cielo abierto», en la Sala Delibes del Teatro Calderón de Valladolid, el pasado 20 de Enero de 2023 y si, les acompaño Roció Torio que al igual que Ana de Armas está espectacular.