Esta es una historia más, de las que hay cientos o miles similares, tal vez incluso peores. Una historia de unos jóvenes que forman un grupo, graban unas maquetas que se emiten en radio, levantando una expectativa entre una audiencia deseosa de identificarse. Graban un disco a principios de los años ochenta que sí pero no, y para su segundo disco se disponen a dar el gran salto con una producción de lujo y desbordante sonido, aunque más que pelotazo reciben un batacazo que les conduce a la separación y a un montón de sueños rotos. Unas líneas que son semejantes historia de tantos y tantos nombres de la escena local, nacional o internacional.
Sin embargo, más de 25 años después de la separación, hacia el 2009, volvieron a reunirse y renovar el compromiso con la música, y editan uno tras otro seis fabulosos discos que sirven tanto de reivindicación personal como del género. Es probable que ya no sueñen con alcanzar la fama, tener un número uno o tocar en festivales, aunque lo que es seguro es que siguen soñando con escribir “la mejor canción”.
Su directo fue precisamente eso, una mezcla de canciones antiguas que sonaban frescas y un puñado de canciones nuevas que sonaban clásicas. ¿Alguien se atreve a pedir más a una banda que desborda honestidad y compromiso con las canciones?. La única pena resulto la poca asistencia, los mayores por mayores y los jóvenes por jóvenes, que se perdieron un repertorio incontestable de melodías, estribillos, pasión y actitud. Desde la primera, “Nuevo color”, paradojas de la vida, la canción con la que Luis Cobos les sepultó hasta la última, “El último bar”, una de las primeras maquetas que grabaron y les pusieron en órbita. Entre medias, y sin pausa, más de una veintena de canciones, con un reflejo exacto de las etapas de Mamá en el siglo XX y XXI. Un grupo que sigue siendo uno de los grandes secretos de la escena nacional, una vieja historia de un escritor que afirma: “Vivo atrapado en este laberinto, / y mientras busco me lo paso bien. / Y no me importa aunque jamás la encuentre, no la olvidaré. / Que me he apostado ya toda una vida / por tres acordes de insatisfacción, / aunque no exista seguiré plagiando la mejor canción”.
Tomi Díez.
Mamá son José MªGranados, voz, guitarra acústica, Miguel Gutiérrez «Guti», batería: Carlos Rodríguez, guitarra, voz y Pepe Bermejo (el Indie de la banda) al bajo y coros. Actuaron el pasado día 25 de Mayo de 2018 en la Sala Black Pearl Club de Valladolid.
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