Entre las cifras, más bien mareantes, que han animado los escenarios locales a lo largo de este mes de Septiembre en las fiestas y post-fiestas locales…esos 520.000 euros de algunos con nombre de escritor, los 32.670 euros de unas pandeireteiras, los 118.000 de otros con acento ingles, y los 133.000 de otras con dejes flamencos, nos encontramos propuestas a años luz de ellos tanto en lo económico como en lo artístico. En lo primero, porque ni en sueños se acercan a esas cifras y en lo segundo porque me parecen infinitamente más interesantes.
Una de ellas es Pau Vegas. La descubrimos no hace tanto, que tampoco somos tan mayores, sobre un escenario con una banda que respondía a Sub 19, pop juvenil, alegre, y muy comercial; su aventura fue creciendo; Flor de Canela, un cuarteto canario que, ahora son Cuarto Burlé, sumo su talento a los teclados, y Amaia, entre otras, se fijo en ella y la añadió a su banda, hasta que el gusano convertido en crisálida a roto el capullo y a surgido, transformado en mariposa…Pau Vegas es el nombre con el que cualquier lepidopterista denomina a la nueva especie. Y esa especie viene con un disco bajo sus alas ‘Esperanza y ruina’ (2023), un Ep con cuatro canciones que es el inicio de un vuelo en solitario plagado de emociones y de sentimientos, y que simboliza «la esperanza de continuar, de luchar por lo que quieres, y la ruina de toparse con barreras continuamente».
Sobre el escenario la acompaña Dani Barcala a la guitarra. Después de muchos años apoyando el talento de otros, sale de esa crisálida e inicia un vuelo, donde muestra esas melodías que llevan años en su cabeza saliéndose de las sonoridades habituales del pop español, canciones oscuras pero con claridad en el mensaje….una esperanza y ruina que tiene que acabar en luz.
Pau Vegas, voz, teclados y guitarra junto a Dani Barcala a la guitarra actuaron dentro de la programación de las Fiestas de Valladolid en su escenario de la Plaza Mayor, el pasado 6 de Septiembre de 2023, transformando ese escenario en un sendero con sostenidos y bemoles que Pau recorría desde el otro lado del teclado, que diría el enorme Víctor Vela.